La receta de hoy la solían poner en un bar cercano a mi casa, pero nunca conseguí que el dueño me diera la receta ni el tipo de queso que usaba, además por aquella época tampoco había por internet tantas webs de cocina donde buscar recetas, aunque aun hoy no he encontrado exactamente esta receta en ninguna, aunque también podría ser porque tenga otro nombre. Más que la receta, lo que me costó encontrar fue el tipo de queso ya que los ingredientes en principio saltaban a la vista y por ese entonces no conocía el queso feta que es el que después de probar distintos tipos de queso y tras recomendármelo un amigo, me dio el resultado deseado, ya que lo necesario es que este no se derrita fácilmente al hervir el aceite.

INGREDIENTES:


250g. de Queso Feta.
1 Cabeza de dientes de ajo.
1 guindilla
100 cl. de aceite de oliva

PREPARACIÓN:


Comenzamos troceando el queso feta en dados de no más de un dedo de grosor y aproximadamente dos por dos centímetros (más o menos) y añadiéndolo a una cazuela de barro, continuamos troceando en rodajas finas los ajos y las guindillas y añadiéndolos también a la cazuela y añadimos aceite hasta prácticamente cubrir el queso.

Por último lo metemos todo al horno previamente precalentado a 220º durante 20 o 25 minutos y listo. Como sugerencia para tomarlo, caliente untado encima de pan tostado con un poco de orégano queda genial.

Salsa pesto




















Con la albahaca, símbolo del amor en Italia y del odio y la pobreza en la antigua Grecia se hace una de mis salsas preferidas, la salsa pesto, aunque se puede usar con carnes u otros platos, el principal uso es para tomarla junto con la pasta.  En los supermercados podemos encontrar distintos tipos de pestos, pero ni punto comparación con los hechos por nosotros en casa.

Esta salsa de origen italiano, toma como base el aceite de oliva, el ajo y la albahaca, luego se le pueden añadir piñones, nueces, pistachos, almendras o distintos tipos de quesos, requesón o incluso otras hierbas como espinacas, según la región donde se prepare.

Para prepararla el ingrediente esencial es la albahaca fresca (olvídate de la seca, vamos ni se te ocurra preparar un pesto con albahaca seca). Aunque las hojas aguanta varios días en el frigorífico si las guardamos en una bolsa de plástico, no siempre es fácil de encontrar cuando nos hace falta, además nada como usarlas recién cogidas de la mata, por eso lo ideal es tener una, bien el huerto si disponemos de uno o en una maceta. Hay distintos tipos de albahaca, tenemos la ornamental de hoja pequeña que se suele usar como insecticida y por su olor y la de hoja ancha, de olor menos fuerte y que se usa para comer. Ambas pueden usarse para realizar la salsa, pero es mucho más aconsejable la de hoja ancha. Si te decides por tener tu propia mata podrás encontrar una fácilmente en cualquier tienda especializada o en cualquier vivero, la puedes comprar a finales de invierno, principio de primavera, entre febrero y mayo y plantarla, con unos cuidados mínimos crecerá fácilmente.

Uno de los ingredientes base para esta receta son los piñones, debido a que son bastante caros, se pueden sustituir por otro fruto seco, como almendras, pistachos o nueces, estas últimas bastante más económicas. Aunque si nos podemos permitir los piñones es lo ideal. Otro ingrediente es el queso rallado que se añade al final, el queso a usar es el Pecorino, que no es fácil de encontrar, yo suelo sustituirlo por queso de oveja curado y da muy buen resultado.

Para esta receta las cantidades son un poco a ojo, así que aunque voy a intentar poner cantidades, tampoco hay que seguirlas muy a rajatabla, al final debe quedarnos una salsa con la consistencia de un yogur o puré un poco aceitosa, por lo que hay que añadir un poco más de uno u otro ingrediente hasta conseguir la consistencia y sabor deseados.

INGREDIENTES:


100g. Albahaca
60g. Piñones o Nueces
60 ml. Aceite de Oliva
Agua
1 Diente de ajo
Sal
70g. Queso de oveja Rallado (si es Pecorino mejor)

PREPARACIÓN:


Empezamos lavando concienzudamente una a una todas las hojas de albahaca, desechando las que no estén verdes, lo ideal es hacerlo en un mortero y con mucha paciencia, pero como yo no suelo tener tiempo ni paciencia, acelero el proceso con la batidora, así que añado las hojas limpias al vaso de la batidora, junto con el aceite, el ajo pelado, los piñones y una pizca de sal y empezamos a batir, como hemos dicho los ingredientes son un poco a ojo, por lo que si vemos que nos queda muy aceitosa añadimos un poco más de piñones, pero si nos queda muy pastosa, podemos añadir un poco más de aceite, pero sin pasarnos, el truco está en añadir un poco de agua para que la batidodora se suelte y haga mejor su trabajo y ya una vez hecha la salsa, al final si se desea mejorar el sabor podemos añadir más aceite. Bien, una vez tengamos emulsionada la salsa, el proceso verás que es muy sencillo, añadimos el queso rallado y con una cucharilla o paleta, ya sin batidora lo mezclamos todo bien y lo servimos, decorando por encima con unos piñones.




















Esta receta de pollo en salsa cazadora queda para chuparse los dedos, se puede hacer igualmente con otras partes del pollo, aunque como en casa no somos muy aficionados a la piel ni los huesos usamos pechuga. También se puede usar otros tipos de carne como pavo, ternera o cerdo. Esta receta es original de Ulda del foro chile.rec.cocina y en este enlace se puede ver la receta original a la que yo le he hecho ligeras variaciones porque inicialmente me salía la verdura muy dura y con poca salsa. Estos ingredientes rinden de sobra para dos personas.

INGREDIENTES:

1 Pechuga de pollo de unos 600 gr. hecha trozos pequeños.
1 Cebolla
4 Tomates bien rojos.
1 o 2 dientes de ajo
2 o 3 Zanahorias
3 Ramas de apio
1 Vaso de vino tinto
1 Vaso de caldo de pollo o un cubito de concentrado
Aceite de oliva.
Romero
Tomillo
Laurel

PREPARACIÓN:

Empezamos picando muy fino la cebolla, la zanahoria y el apio, lo echamos todo a una sartén y le añadimos un buen chorro de aceite (esto siempre lo echo a ojo, el que pida la verdura, aproximadamente algo menos de medio vaso, lo justo para que cubra el fondo de la sartén y lo justo para que la verdura no flote), le añadimos también, una ramita de romero, un poco de tomillo y si queremos también una  hoja de laurel  o las hierbas aromáticas que nos gusten más y ponemos a saltear la verdura, hasta que esté toda bien blanda y se trocee fácilmente con la pala que usemos para menearla. En este punto añadimos el pollo y lo seguimos salteando, cuando veamos que el pollo está blanco por todas partes, le añadimos el vino tinto y lo vamos meneando todo hasta que se consuma el vino por completo.

Mientras tanto vamos rallando el tomate deshaciéndonos de la piel y una vez se haya consumido el vino, añadimos el tomate rallado y todo el jugo a la sartén y lo seguimos salteando a fuego lento hasta que reduzca un poco el jugo y sofría un poco el tomate con el resto de la verdura.

Por último,  lo añadimos todo a la olla rápida (express) y le añadimos un vaso de caldo de pollo. Si no tenemos caldo de pollo le añadimos un vaso de agua y un cubito de concentrado de pollo. O en su defecto sólo el agua y sal al gusto. Si le añadimos cubito de concentrado no hace falta echar apenas sal pues este ya lleva. Yo por lo general suelo añadir el vaso de caldo de pollo y el cubito de concentrado para dar más sabor pero no es estrictamente necesario.

Cerramos la olla durante 10 minutos y una vez abierta, la dejamos al fuego hasta que reduzca el excedente de caldo que pueda quedar y nos quede una salsa más o menos espesa.